Recuerdo que cuando partiste me consolaban diciendo que pronto todo el dolor pasaría dejando ya solo los recuerdos dulces y los sueños tibios… Ya son 5 meses de tu partida, y es cierto, sólo en aquello que realmente me pertenece no estás ausente…

Desapareció la sensación de que me desvanezco en la oscuridad cuando cierro mis ojos, ya tampoco me fundo a la luz de esa vela que dejabas encendida y deje de sentir que tu sombra blanca se introduce en mi nariz… me haces tanta falta, pero creo que ya debo dejarte ir.

Se me critica por ser tan suelta, por no haber sufrido como se pensaba, por permitir ahora tantas injusticias que atentan contra tu memoria… Juro que nada de eso es cierto, te veo cada mañana en el espejo, mi reflejo es tu reflejo y estas ahí aunque intente negarlo…

“No te identifiques con la muerte”... ¿Qué no entienden que me identifico con su vida?... Me resignifiqué a partir de tu comprensión, cuando acepté la razón de nuestro no entendimiento, de tu necesidad y de mi egoísmo; de tu sufrimiento y de mi indiferencia; de tu constante lucha por la vida y de mi ideación suicida… Lucha constante de esos polos que ahora, incomprensiblemente nos ha fusionado.

Ahora solo me queda compartir contigo mi lugar en este mundo. Hoy estoy orgullosa de mi, se que estás orgullosa también, me viste sufrir y te hice sufrir en el proceso; recuerdo los primeros días a tu lado, lo feliz que me hacía llegar a tu casa y compartir en tu mesa mis primeras aventuras; no decías mucho, más exactos eran tus comentarios, pero tus ojos me reflejaban que compartías mi entusiasmo, cómo si tu historia se repitiera en mis manos…